jueves, 11 de junio de 2009

Ha vuelto a sonar LA VOZ

Me cago en diez, me ha vuelto a ocurrir, ha vuelto a sonar La Voz. Al tío lo tenía que crujir, tenía que darle hasta en el carnet, y entonces empezó a hablar…y me perdí.
Me pasa desde pequeño, estoy pensando en hacérmelo mirar. Yo tengo un tono de voz grave, bastante grave. De hecho he de tener cuidado porque al hablar bajo se transmite mucho más de lo esperable. Mi voz, en determinado ritmo, puede resultar sedante e incluso somnífera. Lo he comprobado varias veces en adultos y muchas en mis hijos.
No sé si es por eso, el caso es que hay determinada frecuencia de voz que, quizá por similar a la mía o por lo que sea, me atonta y me anula. Me quedo estúpido y un cosquilleo me recorre de las espinillas al occipital. Incluso a veces se me eriza el pelo. No me lo ha notado nadie pero me ha traicionado un montón de veces. Recuerdo la primera grave. Iba a hacer el negocio del siglo, teníamos al nórdico aquel a punto de caramelo. La venta de las polivinilpirolidonas estaba casi cerrada y me mandaron a rematar la faena. Iba con la una secretaria y preparados para cerrar el trato allí mismo. Y entonces empezó a hablar…Tenía La Voz. Me anuló, no podía atender a lo que decía, no entendía ni oía, solo notaba el cosquilleo y como la corriente me subía y bajaba por la espina dorsal. El tío se debió pensar que estaba juma perdido. No se cerró ningún trato. El escándalo casi me cuesta el puesto.
Y alguna otra vez sucedió, nunca tan grave. Llevaba un tiempo que no me pasaba y ahora vuelve a ocurrir. Quedo con un gachó para machacarlo y empieza a hablar…ha sido un desastre. Creo que podré arreglar el asunto pero ha sido desagradable. Mi talón de Aquiles me ha recordado que existe.
Tengo que hacérmelo mirar.

martes, 9 de junio de 2009

Carta a Organizator

Querido Organizator:
Te escribo para disculparme en la absoluta seguridad de que nunca podrás leer esta carta. Pero a cada uno le hay que reconocer lo suyo y al odiarte me precipite.
He de decir que aunque me hiciste ir un día antes y madrugar, gracias a eso me dormí un rato en el vuelo y este se me hizo más corto. Me quitaste una hora de miedo. Eso estuvo bien.
Además, acertaste de casualidad pero ese vuelo era curioso. Resultó que mucha gente de empresas (de nuestro sector y de otros) viaja en ese vuelo. Allí íbamos mirándonos de reojo. Haciendo como que no nos veíamos o saludándonos levemente.
Se distinguía bien en qué plan íbamos. Respetábamos las reglas no escritas. Los que iban a celebrar resultados o a visitar para conseguir algo, vestían de traje con maletín de cuero. Los que íbamos a broncas o a pelear, con camisa de manga corta y el maletín del ordenador. Los de la competencia también estaban en el avión, por cierto, y también iban de bronca.
Al llegar, un montón de choferes, con carteles de todas las empresas: Vodafone, GSK, Agfa medical…Y ahí, Organizator, estuviste genial. Mi chofer era el más elegante de todos y me llevó a un Mercedes que superaba en dos palmos al siguiente. Los de la competencia hicieron como que no se daban cuenta. Pero sé que les jodio.
También estaba bien el hotel, Organizator, la habitación tenía un jardincillo donde podía andar descalzo, leer las intrigas de las elecciones americanas en “La edad dorada” y fumar casi todos los puros que me lleve. El restaurante además era muy bueno (para ser belga) y las camareras del hotel como todas las de allí: teUtonas.
Así que, Organizator, he de reconocer que, dentro de lo que cabe, lo hiciste bien. Nunca te lo diré a la cara pero aquí dejo constancia.