miércoles, 20 de enero de 2010

Yo al desnudo o cómo acabé comprando ropa en una droguería

Vaya por delante que yo soy un marido muy por encima de la media al menos en lo que conozco. Comparto las tareas del hogar al 50%, soy una padre que adora a sus hijos y como amante soy formidable e insaciable. Además de esto soy buen compañero, discreto cocinero y gran conversador. Por si fuera poco no tengo esta tripa dura y llena de cuadrados, tan incómoda, que lucen algunos jóvenes, sino algo más blando y acogedor para usar; por ejemplo; como almohada o para dejar el mando de la tele que es para lo que se usa la tripa en el matrimonio.
Adelanto todo esto porque, a la vez, tengo un pequeñísimo defecto que La Parienta (LP en adelante) soporta porque mis otras cualidades lo compensan sobradamente. Ese defecto es mi manía con la ropa.
Yo me pongo la ropa no según ambiguos criterios estéticos sino en orden. Eso es fácil, la ropa limpia se cuelga en el armario por el lado izquierdo y la limpia se coge por el derecho. Así se crea una rotación cómoda y práctica. El problema viene porque como soy un chico limpio y me cambio todos los días (los pantalones no, esos soportan varios días) se producen diálogos como el que sigue:
LP:¿Pero dónde vas con esa pinta? ¿vas a llevar esa camisa con esos pantalones?
Yo: Pues si, es lo que toca.
LP: “LO QUE TOCA” ¡¡¡Pero si vas hecho un adefesio!!! (LP es muy estética, eso lo contaré otro día)
Yo: Ya, que se le va a hacer…
Porque claro, si toca, toca. Quede claro que no suelo ir con pintas raras, compro pantalones de colores neutros: azul marino, negros, verde muy oscuro…y los combino con camisas tampoco muy estridentes: blancas, azul clarito (color definido por LP), quizá rosa muy suave…pero a veces las combinaciones con el jersey chocan un poco. Con los trajes no hay problema, son todos azul marino o gris. A cambio los fines de semana, dejo que LP elija mi ropa. “Manda narices que además de los niños te tenga que preparar la ropa a ti” dice ella. Pero lo dice con cariño…creo.
No sólo es importante el orden, también voy mentalizado a quien voy a ver ese día. O sea me visto y asumo que esa es la ropa para reunirme con un Gran Jefe o con algún Director General o con un currito…y ya esa ropa queda marcada ese día. Así si voy a ver a un jefazo y de repente me llaman que tengo que pasarme a arreglar un asunto con un cliente mindundi de mierda…siento que esa ropa no es para él y me siento incomodo.
La cosa la solucione un día comprando otros pantalones sobre la marcha. Pero claro llegué a casa y hubo un bonito diálogo:
LP: ¿Te has cambiado de pantalones?
Yo: Es que iba a ver a un currito, me llamaron que me reuniera con el Gran Jefe, y esos pantalones no me iban, así que me compré estos
LP: ¡¡¡¡¿Que te has gastado 100 euracos en unos pantalones de pana iguales a los que tienes nuevos en el armario?!!!!!
Recordando esta escena paseaba yo por un supermercado de Lleida (si, a veces paseo por los supermercados, me relaja cuando estoy de viaje) y valorando si mis cualidades como marido compensarían otros pantalones (que tenía una visita imprevista) cuando vi la solución. Allí mismo, en el Carrefour, tenían unos pantalones por 20€. Eran de un color indefinible entre azul, gris y verdes…pero ese precio lo soportarían mis virtudes. Me los compre. LP cuando los vio me prohibió llevarlos yendo con ella, así que los deje en el coche del curro (con el par de zapatos de repuesto) y asunto resuelto.
Pero otro día en Sabiñanigo, mis pantalones de repuesto se estaban lavando y no había Carrefour, así que paseaba yo desesperado para buscar una solución cuando vi una droguería inmensa, de una cadena de color verde, no recuerdo el nombre. Tenía un apartado de ropa con pantalones de pana a ¡15€!. El dependiente mirando mis pintas de arriba abajo dijo: “pero estos son para currantes, bastos y tal”. Sin hacer caso me agencie unos y resolví el problema.
Así pasó el otro día en Soria, estaba paseando y vi otro droguería-ferreteria verde, llevaba los pantalones hechos un asco…y arreglado. Luego pasó lo que pasó…como el día que se me descosieron los bajos…

lunes, 18 de enero de 2010

Dias negros

Hay veces que las cosas se tuercen y no tienen remedio. Tenemos un problema enquistado en la provincia de Soria con un cliente. Como todo problema que sea un poco complicado acabó en mi mesa. Cuando me decido a ir, me llaman que con la nevada de cojones que ha caído ni se me ocurra acercarme. Por fin despeja la nieve y la semana pasada me acerco con el ánimo alto y lejanas las miras…
Primero me para la Guardia Civil porque me han sacado una foto. 100 euracos pero no me quitan puntos. Agradecido.
A la altura de un bonito pueblo llamado Bocigas de Perales pincho una rueda. Me cago en todo y la cambio. Suena fácil, os omito el detalle del frio, la lluvia, los camiones pasando rozándote…El coche no tiene rueda de repuesto, tiene rueda de emergencia que es como de bici y sólo puedes ir a 80Km/h.
Sigo a esa velocidad y a unos kilómetros en otro bonito pueblo llamado Serón de Nágima pincho otra rueda (o la pinche antes y se vio ahí). Obviamente no hay más ruedas de emergencia…
Os omito todo el rosario de maldiciones y juramentos. Llamo a la grúa mientras la peña me llamaba “a ver si iba a llegar pronto”. La Parienta también llamó, muy oportuna…
La grúa me deja en Soria y me dicen que tengo un par de horas. Alquilo un coche para ir a ver el cliente. De paso me compro unos pantalones a toda leche porque los míos estaban llenos de barro, trozos de rueda…Me cambio en un bar. Me aprietan un poco pero valen.
Llego a ver al cliente, al bajar del coche de alquiler (minúsculo), estampo la cabeza en el marco de la puerta. Duele.
El cliente, viendo mi estado físico y mental, me da un café caliente y me invita a sentarme en un sofá, al proceder se oye un desgarrón tremendo. Los pantalones eran tan buenos como su precio indicaba…
Llego a la oficina hoy y el jefe me pregunta “¿Qué tal por Soria?, tiene que estar bonito…¡que viajes te montas, que bien vives!”…Estoy pensando como matarlo